Los puentes son siempre para atravesarlos, sino lo construye el ser humano lo construye la naturaleza con su inmensa sabiduría, porque ella sabe que habremos de elevarnos por encima de profundidades que nos parecen peligrosas y tendremos que aventurarnos a acortar distancia.
Hay un espacio que recorrer entre nuestros deseos y su realización. En ese camino nos encontraremos con muchas formas de expresión, desde mariposas coloridas que con su volar nos remontarán a momentos de dominio y transformación, recordándonos que como ellas también fuimos orugas y ahora podemos volar o habrán fieras amenazantes que se visten de horror para ahuyentarnos e impedir que sigamos avanzando. Miedos, intrigas, apegos, tristezas, son parte del zoológico emocional con el que vamos a convivir a lo largo del recorrido. Qué haremos?, devolvernos o mirar el horizonte sin final, confiados que también llegaremos a “la tierra prometida”.
Sólo tú lo sabes delante de cual puente estas siendo invitado a caminar. Es seguro atravesarlo? Tienes que aventurarte a dar uno, dos, muchos pasos, pero debes comenzar con el primero.
El diálogo mental te recuerda lo aprendido: se cauteloso, no te lances sin seguridad, son profundas las aguas para cruzar. Y la voz interior, esa que emana de tu divinidad, te alienta con “no temas, estoy contigo siempre…”. Decide si escuchar al ego insensato que se nutre de la visión externa o a tú poder interior, que espera ser descubierto y puesto a trabajar.
En cualquier lado del puente que nos coloquemos hay siempre un espacio para la inquietud, la expectativa de cómo nos gustaría que resultaran nuestras acciones, sin embargo lo que es, será siempre lo que debió ser, no importan sus colores, amalo, disfrútalo y pásalo.
Les dejo esta reflexión: “Un viejo indio estaba hablando con su nieto y le decía:
“Me siento como si tuviera dos lobos peleando en mi corazón. Uno de los dos es un lobo temeroso, empequeñecido y discutidor. El otro está lleno de amor, reconoce su grandeza y está dispuesto a la acción.” – El nieto preguntó:” Abuelo, ¿Dime cuál de los dos lobos ganará la pelea en tu corazón?”
– El abuelo contestó: ”Aquel que yo alimente.” Y tú, a cuál vas a alimentar?
Bendiciones multiplicadas.
Publicado en la edición del periódico Listín Diario del 17 de octubre, 2010