Cuando las cosas no resultan a la manera mía se produce: enojo-depresión-rabia-angustia-miedo. La diferencia entre lo real y el ideal que tenemos en nuestra mente nos aturde. El hecho de que no ocurra según el ideal nos lleva a crear el drama y a sentirnos menos que indefensos. Puedo exigir que solo yo tengo la razón o puedo rendirme ante la Sabiduría infinita y concentrarme en que lo sucedido es otro escenario de la vida, con un propósito individual: vivir ciertas experiencias para aprender, crecer, aceptar o ignorar.
APRENDER. Cuando aprendo despierto a quien yo soy, me doy cuenta de lo que soy capaz y me coloco ante la posibilidad de modificar mi conducta. Asumo responsabilidad por mis acciones, sigo mi camino o cambio el curso. No me culpo, ni me vuelvo víctima porque las cosas no salieron como yo las pensé. Así no funcionó para mí. Veo como no puedo volver a hacerlo. Abro una nueva puerta.
CRECER. Esta acción siempre duele, porque provoca cambios en mi vida. Debo actuar sin la receta de otros, tomar mis propias decisiones y seguir el camino que yo elija. Si me decido por atajos tendré que verme con los posibles gigantes del camino.
ACEPTAR. La oración de la Serenidad dice: ¨ Dios, concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar… ¨ No puedo cambiar a otros, ellos también tienen que pasar por este proceso de aprender a decidir. Me doy la oportunidad de aceptar las diferencias, respetar y amar la diversidad.
IGNORAR. Nadie quiere que le digan ignorante. Todos nos preciamos de ser sabios. Es así como inicia la lección de vida con nuestras experiencias, sin conocer respuestas, sin saber qué hacer, por tanto, debemos dejarnos guiar por aquello que creemos superior a nosotros. No se trata de parece que no pasa nada, se refiere a que acepto que no se la respuesta, no la entiendo y espero porque se me revele lo que debo conocer.
Jugar a ser Dios cuando podemos hacer las cosas que deseamos es fácil, pero el juego no se acepta cuando estamos en desacuerdo con la experiencia que se vive, y ésta, aunque no nos guste, es Dios, porque el nombre de Dios es Yo soy!, no fui, ni seré cuando pase esto, es ahora en este instante.
Juego a ser Dios cuando me preocupo en lugar de ocuparme. Nos sorprende el pensamiento de impotencia, superable sólo cuando nos damos cuenta que la omnipotencia es de Dios, no mía, que no agrego valor ni ayudo a Dios si sólo me preocupo. Nadie por si solo puede “salvar el mundo”, pero si cada uno trabaja consigo mismo y hace un cambio positivo en su vida podremar un gran salto. Te animas?
Puedes leerlo completo en el Listin Diario: http://www.listin.com.do/religionsenderos/2012/10/27/252747/Jugando-a-ser-Dios
NOTA: Si esta imagen tiene copyright favor informarnos y la removemos de inmediato. Gracias por tu comprension.